Esta cosa íntima. Luis Vassallo en Casa Leibniz

ENTREVISTA A LUIS VASSALLO







1- ¿Cómo empezó tu trayectoria como artista y cuales fueron tus motivaciones?

De pequeño vi a mi abuelo pintar con acuarelas una montaña (el Cerro de San Pedro), era verano y estábamos en el jardín. Pintó ese motivo muchas veces, y hoy sigo teniendo muy presente esa imagen. Creo que es un buen ejemplo de motivación. Plasmar algo con la suficiente intensidad, para que después esa imagen ya independiente, consiga crear un vínculo con quien la mire.



2- Háblanos algo más sobre tu obra, ¿Cómo es el proceso creativo y los temas que quieres abordar?

Me gusta que el trabajo salga adelante de manera intuitiva. Suelo dibujar, observar, pintar, leer, pasear… para mi todo eso forma parte del proceso. Intento que la relación entre las partes sea armónica, que hablen entre ellas y sobre todo, que se escuchen.



3- ¿Qué te inspira y cuales son tus fuentes y referentes artísticos?

Tengo muchas, de hecho creo que gran parte de mi trabajo es jugar con esas referencias, relacionarlas y hacerlas visibles. Las piezas que presenté en Casa Leibniz (Una conversación ineludible y Gabinete portátil  ) hablan justo de todo esto.

A parte de ver mucha pintura, tengo también muy presente la música. Siento afinidad con músicos como Ronnie Lane, Dylan o Gram Parsons. No sólo con sus canciones, también con su postura como artistas. Consiguieron combinar raíces y modernidad aportando algo propio y auténtico.

Dylan sacó Selfportrait cuando ya había creado un estilo propio (bueno, quizá ya llevaba dos). Lo hizo sin ningún tipo de restricción artística, cambió su voz rockera y aguda en varias canciones por otra mas profunda de crooner. El disco es completamente heterogéneo y explora la música que de joven le influyó. Recibió unas críticas durísimas porque no se comprendió en el momento. Se esperaba que hiciese otro disco de rock, pero el decidió parar por un momento e indagar en sus fuentes, se podría decir que es un estudio práctico y emocional, investigar haciendo y sintiendo.

Ésta es una referencia muy presente en las tres piezas que llevé a Casa Leibniz. Son un paréntesis, pero son a la vez parte de un método. Sumergirme en las fuentes, para trabajar con ellas y sumarlas a lo aprendido. Enseñarlas para que puedan saber de donde vengo y comprender mejor lo que hago.


4- En la última semana de febrero has participado en el proyecto Casa Leibniz, ¿Cuál ha sido tu experiencia?

Creo que fue Oteiza quien dijo una frase que después he vuelto a oír más veces repetida de formas distintas, como un eco que ha calado en las personas que lo escucharon. Decía que una de las funciones del artista es mostrar su debilidad. Que su debilidad era lo más útil que podía ofrecer a la sociedad. 

Casa Leibniz generó un entorno favorable, un ritmo más pausado, donde poder enseñar esta debilidad. Esta cosa íntima, que de no haber tenido ese ambiente, se hubiese disuelto en el bullicio de la semana del arte.

Desde que leí el texto que Jacobo preparó como aglutinante del proyecto, me sentí parte de él. Y cuando leí el de Vila-Matas… bueno creo que directamente voy a colgarlo en mi estudio.


The Thing
Enrique Vila-Matas

Mira: carezco de imagen, pero lo que escribo refleja el rastro que deja el
instante. Y el reflejo del reflejo de esa estela indica que, sin excepciones,
una obra de arte solo me atrae si no la entiendo. Porque entender puede
ser una condena. Y no entender, la puerta que se abre. Por eso me encuentro
bien aquí, donde sé que no chocaré con algo que entienda a la
primera y que sin duda podría dejarme aburrido de la forma más letal.
Nada alcanzo a entender de cuanto me rodea y eso, aparte de hacerme
sentir feliz entre otros objetos extraños, me abre las cancelas que dan al
campo libre, a mil caminos, me lleva a recordar que hace un instante el
artículo de un crítico de arte de Pennsilvania —voy a llamarle Widmark—
ha ocupado mi mente de un modo feroz, y no había para menos: a pesar
de estar o, mejor dicho, gracias a estar en un idioma que no entiendo,
me ha parecido ver que decía lo mismo que había yo dicho en cierta
ocasión, un día en que busqué confundir a todos con un texto incomprensible.
¶ He pedido ayuda y la traducción me ha confirmado que mi recelo
estaba justificado. No hay mejor sorpresa que la confirmación de una
sospecha. Aunque oscureciéndolo todo del modo más enrevesado posible,
Widmark decía ahí con toda claridad que para que una escritura pudiera
parecerle una obra de arte, ésta no tenía que ser discursiva, no tocar
un tema u otro, no girar acerca de esto o aquello, sino ser algo en sí
misma, ser el arte en sí, la cosa, es decir, the thing. ¶ He reconocido mis
propias palabras, salvo esas dos últimas, the thing, que me han dejado
colapsado. Al tratar de comprender, he terminado por encontrar incomprensibles,
una tras otra —una verdadera y total catástrofe—, las demás
palabras, las mías y las de Widmark, y de paso las de todos los críticos
de arte del mundo, y las de aquellos que citan las palabras de todos los
críticos de arte del mundo. Y me he quedado aquí inquieto, reflejando
sólo la cara del instante y sin entender nada, sin comprender palabra,
salvo que no sería exacto decir que lo que aquí puede leerse ha sido escrito
sólo para ser leído, pues quizás no sea exacto decir que está escrito,
más bien se ha creado para ser mirado y escuchado. ¶ Mira, mira:
fantasma errante en salas de recuerdos, solitario y extraño entre otros
extraños, nómada estático en la casa de Leibniz, no puedo asegurar que
mis palabras sean arte sobre algo, es decir, arte sobre esto y aquello,
arte discursivo, sino el arte en sí, la cosa, the thing, vamos. 




Luis Vasallo participó con Espacio Valverde en Casa Leibniz.

Entrevista realizada el 5 de marzo de 2015

Beatriz Rodríguez-Rabadán

Sara Gimeno

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